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Escaleras, sudor y semen

Eran las 17:00 h. de una de las tardes más calurosas de aquél verano de 2008. Tirada en el sillón de siempre, con el mando de la televisión en la mano, cambiaba los canales sin parar. No había nada interesante, ni nada que pudiera interesarme en aquél momento.

Desde la sala de estar, oía a Ángel dormir plácidamente. Ángel, mi pareja desde hacía más de cinco años. No podía quejarme, tenía la estable rutina y la seguridad a la que todo el mundo aspira, o mejor dicho, a la que desde siempre nos han enseñado a aspirar. Ten novio, cásate, ten hijos, ten casa, ten coche, ten ten ten...

Pero no era suficiente. Yo no era feliz. Yo tenía deseos, aspiraciones, sueños... y tal vez no se cumpliesen. Ahora lo que me quedaba eran responsabilidades, gastos, compromisos. Sí, no se puede tener todo. En esta vida hay que elegir. Y yo pensaba que había elegido el camino correcto.

Hasta que conocí a Eloy. Eloy vive a dos manzanas de nuestro piso. Él es atractivo, inteligente, divertido. Representa esa esencia de juventud y libertad que yo había dejado atrás hace años. Nos conocíamos desde hacía bastante tiempo, pero los dos teníamos pareja, y nunca habíamos coincidido... ni querido hacerlo. Hasta hace un par de fines de semana. Nos vimos en el mismo bar y estuvimos charlando un rato. Me invitó a una copa.

Dios, era irresistible. No sé cómo no hicimos el amor en el baño de aquél bar. Creo que mientras hablábamos de trivialidades, en nuestra imaginación le íbamos quitando a trozos la ropa al otro. Era una tensión como no la había sentido nunca desde hacía tanto tiempo... Nos dimos los números de teléfono y nos despedimos cortesmente, aunque si por mí fuera, hubiera detenido el tiempo cuando nos dimos dos besos, y nuestra piel entró en contacto por primera vez.

Y aquí estaba yo. Viendo sin ver la tele y encontrando en el aburrimiento y el hastío mi modo de vida. De repente, recordando aquél encuentro con Eloy, me excité enormemente.

Siempre he pensado que lo que tenía que haber hecho en ese momento es ir a la cama con Ángel, despertarle suavemente, y hacer el amor cariñosamente. Pero no. Me dirigí hacia el armario y saqué un vestidito rojo, muy corto, típico de verano, que guardaba allí. Me cambié de braguitas, y me puse unas negras, muy pequeñas y finas. Me quité el sujetador. Me solté el pelo, que ese día llevaba ondulado. Eché éste hacia delante, para que me disimulara parte del escote que me provocaba el vestido y que se descubría descaradamente al no llevar sujetador.

Y sí, llamé a Eloy. Y Eloy cogió el teléfono y me dijo que me esperaba en su portal. Al cruzar la puerta dudé sólo algunos segundos antes de hacer lo que iba a hacer. Pero ya no podía remediarlo. Necesitaba acudir a su encuentro. Llevaba mucho tiempo esperándolo.

Corrí callé abajo, jadeante. La calle estaba vacía. Sólo se oían las cigarras en los árboles.

Cuando por fin llegué donde me esperba Eloy, nos fundimos en un apasionado beso. Él me agarró de la cintura, y tras tirar su cigarrillo al suelo, me arrastró a una parte escondida del descansillo.


La escalera estaba poco iluminada. Apenas llegaban unos rayos de luz. Pero eran más que suficientes.

No parábamos de besarnos. Arrastrábamos nuestras lenguas por toda la boca y por toda la cara de nuestro "rival", en un intento por mostrarnos dominantes. Él me bajó la parte alta del vestido, y me besó y lamió los pechos mientras los manoseaba. Yo estaba excitadísima. Volvimos a besarnos. Mi mano se deslizó por su pecho y su cintura, para acabar finalmente palpando su pene. No aguantaba más. Le desabroché el cinturón y el pantalón, me puse de rodillas e introduje su miembro en mi boca. Primero lentamente. Saboreando cada centímetro. Así sentía también su excitación. Él me agarraba de la cabeza, y no paraba de decirme palabras soeces que no hacían sino ponerme más y más cachonda. Fui aumentando la velocidad de movimientos, pero de repente me levanté y le dije que me follara allí mismo. Eloy me empujó contra la pared, me levantó el vestido, y me folló tan salvajemente que apenas puedo describir los detalles de aquél momento. Él me agarraba las manos con una de las suyas, mientras que con la otra introducía sus dedos en mi boca, que yo chupaba, uno a uno. Notaba cada uno de sus movimientos, su pene se deslizaba fácilmente en mi vagina, y tan profundamente que hubiera deseado que ese momento en las escaleras fuera eterno.

Aquél orgasmo fue magnífico, fue liberalizador. Miles de ideas se me venían a la mente. En unos segundos mi percepción alcanzaba lo que no era palpable, no había ni bien, ni mal. Mi cuerpo se estremecía.

Al cabo de esa pequeña eternidad de la no realidad, vi de nuevo la cara de Eloy, muy cerca de mí. Apenas le conocía. Probablemente él también tendría en su interior venturas y desventuras, ansíos, tristezas, amores rotos o historias no cumplidas. Pero parecía feliz. Yo también era feliz en ese momento. Sentí cierto aprecio por él. Me había devuelto de nuevo a la vida, aunque fuera por el camino de lo moralmente inaceptable. Y en cierta parte, a partir de ese momento, formaba una pequeña parte de mí. Nos abrazamos, esta vez lentamente. Estuvimos hablando un rato de muchas cosas que teníamos en común. Ese mismo día se había cortado el pelo. Y era cierto, estaba muy guapo, y se lo dije. Él sonrío y me besó en la frente.

Teníamos que irnos. Unos vecinos salían en ese instante de sus casas. Y yo tenía que volver a la mía.

Me despedí de Eloy dándole dos besos, como en nuestro primero encuentro. No sé por qué, tenía la extraña sensación de que no volvería a verle. Y por eso quizá, no debería de darle más vueltas. Nosotros, o lo que habíamos sido nosotros en aquellos instantes, quedaría para siempre en esas escaleras. Y yo... yo tenía que ir a casa, tenía que recoger, tenía que ver la tele, y comprar un cepillo de dientes para Ángel...

16 Retales:

Anónimo dijo...

La sensación de no volver a verlo no tiene nada de extraña. Algunos encuentros más en las escaleras y Eloy sería tan rutinario como Ángel.

Sospecho que este debe ser caído...

Anónimo dijo...

Genial, me encanta el estilo. ¿Te dedicas a escribir? Si alguna vez te animas te compro un libro seguro.
Saludos.

Anónimo dijo...

¡Vaya imaginación más erótica tienen algunas!

El problema, para mí, es que el pobre Ángel puede que tenga parte de culpa de que le pongas los cuernos, pero tú tienes la culpa de ponérselos, ya que Ángel seguramente se merezca buscar una solución a los problemas de la pareja, o preferiblemente romper dicha pareja antes que engañarle.

Anónimo dijo...

excitación, pasión, calor, disfrute, que más quieres mmmmm

genial post.

besos.

Anónimo dijo...

Creo que seré algo más informal e incorrecto que los anteriroes,pero bueno, nunca firmé nada donde dijese que sería lamar de respetuoso:

Todo iba de lujo hasta que has puesto que era imaginación, ¿cuánto de autobiográfico hay? Quiero decir, ¿hasta qué punto tu vida es tan salvaje y aburrida como la chica del relato?

Y ya, por iniciar otra coña, ¿cuánto dice la autora que es el tamaño del miembro de Eloy?

Miguel Molina dijo...

Me gustó como lo contaste.

Supongo que hay momentos en los que es mejor dejar rienda libre a las pasiones para que después la relación de pareja no se resienta.

Lástima de Angel, durmiendo como su nombre indica.

Nos vemos

Joaquin dijo...

Me ha gustado bastante.
Lo único que no apruebo moralmente es lo de poner los cuernos; claro está que, si a una persona en una relación no se le dá lo que necesita, hay que buscárselo en otra persona (vamos, es lo que se suele llamar buscarse el pienso en otro lado).
Por cierto, creo que como escritora de relatos eróticos, tendrías bastante futuro.
A mi también me gustaría escribir un libro algún día.
Un saludo, gracias por comentar en mi blog y gran post!

Lukas Rybensen dijo...

O sea que lo que encontré en la escalera no era un escupida? Qué cochinillos! Jajaja.

xen dijo...

Gracias por el apunte, guapa... Rico el relato... prefiero la vida que bulle en unas escaleras...

Anónimo dijo...

Ay madre, la diferencia maldita entre lo aceptado y lo querido, lo asumido y lo deseado...

Una mayoría de mujeres afirmarìan querer un Ángel en su vida.

TODAS desearíamos (y, en esto, me incluyo la primera) un Eloy, al menos uno de vez en cuando...

Pero nos aguantamos y nos clavamos las uñas en la palma de la mano, y sonreímos mientras decimos que no.

Maktub dijo...

¿A que se debe el olvido? No sé,he leído un post anterior y siempre la frase de olvido.
¿Olvidar esa sensación que hace vibrar la mente? Nos acostumbramos a... Halagador coincidir en sus pagos.
Lejos.. Saludos.
Paz Interna.

Jimmy Venegoni dijo...

Buenísimo el estilo, te linkeo en mi blog si no te molesta.
Slds

poetadebotella dijo...

me encanta!:D

JOSE dijo...

"Él me agarraba de la cabeza, y no paraba de decirme palabras soeces que no hacían sino ponerme más y más cachonda".

Esto es muy femenino, a muchas mujeres les gustan las palabras fuertes.

A los hombres nos gustan más las imagenes. Eso explica que el cine porno nos guste más a nosotros.

Tyla dijo...

¿Es verdad que Eloy era un emo?

Anónimo dijo...

Guauuuuuuuuu, me ha encantado el relato!!! Si ahora mismo tuviera con quién, le cogería y lo estamparía contra la pared teniendo en mi cabeza tu relato, imaginando que mi pareja fuera Eloy...

Sublime post, sigue asi!!