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SI LA ENVIDIA VOLARA, NO VERÍAMOS EL CIELO

¿Existe la "envidia sana", o la "envidia buena"?

Napoleón decía que la envidia es una declaración de inferioridad y creo que no le faltaba razón.

Creo que, simplemente, NO EXISTEN estos subtipos... la envidia es absoluta, por lo tanto no admite variables más bondadosas. Esas son sólo justificaciones para autoconvencerse de que envidiar algo (o a alguien) podría llegar a ser bueno, cuando en realidad no es así.

Y tampoco me sirve disfrazarla de espíritu de superación.

Estoy harta de que, asumiento que absolutamente todos tenemos defectos y problemas (yo personalmente no le deseo mi vida a nadie), no puedas disfrutar de algo que te sale bien, no puedas destacar positivamente por encima del resto, ser feliz, reir y hacer reir a los demás, amar y ser amada, ser el centro de atención de alguien, hablar con orgullo del puesto de trabajo que has conseguido, de la Carrera o el curso que has aprobado, del chico que se ha enamorado de ti, de los kilos que has perdido, de lo guapa que te sientes o de lo cojonudamente bien que conduces, escribes o hablas.

Y no puedes, en la mayoría de las veces, porque siempre habrá alguna arpía, falsa e hipócrita, que en vez de centrase en sus propios objetivos vitales, se centrará en destruir los tuyos, bien porque simplemente estés acaparando parte de la atención que ella cree merecer, bien porque no soporte que a otra persona le vaya mejor o bien porque directamente no pueda admitir que hay gente mejor que él/ella.

Triste, muy triste. Todos tenemos problemas de autoestima y deseamos cosas que no tenemos (materiales o no), pero me niego a pensar que ello sea justificación suficiente para putear a quien se nos antoja objetivo a matar.

Odio a estas SERPIENTES. Pero a mí, no me vencerán.



Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga. Esta huía rápido con miedo de la feroz predadora y la serpiente al mismo tiempo no desistía.

Huyó un día y ella la seguía, dos días y la seguía... Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y le dijo a la serpiente:

- ¿Puedo hacerte tres preguntas?

- No acostumbro dar este precedente a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar, contestó la serpiente.

- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? preguntó la luciérnaga.

- No, contestó la serpiente.

- ¿Yo te hice algún mal? dijo la luciérnaga.

- No, volvió a responder la serpiente.

- Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?

- Porque no soporto verte brillar...


(Extraido de un libro de Bernando Stamateas)

¿Existe un tiempo para amar?


Ayer recibí la llamada de una amiga. Había conocido a un chico el finde anterior, habían bailado, se habían besado y, además, de paso, se habían enamorado.

Nada más decirme ésto, le pregunté que cómo era posible enamorarse en una sola noche. Ella me respondió que no había una razón, que estaba feliz y se despidióenseguda porque tenía que prepararse para su segunda cita.

El lunes, desde la ventana del chat, me dijo que él y ella ya eran novios. El martes, que el miércoles le iba a presentar a sus padres y el jueves, a su mejor amiga. Solo atiné a preguntarle cuándo nos veríamos. Quedamos hoy a tomar un café después del trabajo.

Oyéndola entusiasmada, como no la veía desde que la conozco, contarme los detalles de su recién estrenada relación, me hice una pregunta que no me había hecho nunca: ¿existe un tiempo preciso para enamorarse?

Más que un tiempo, creo que se trata de un momento. Existe un espacio temporal en el que dos personas se conocen, o si ya se conocen, se descubren y de pronto, todo comienza.

En la película In the mood for love (si, adoro a Wong Kar-Wai, ¿qué le voy a hacer?) el Sr. Chow y la Sra. Chan se mudan a departamentos vecinos, se conocen, ambos casados, y descubren que sus respectivas parejas son amantes. Entonces, establecen una relación casi de consuelo por la infidelidad que comparten. De esa condición común nace el amor, ése que es el verdadero, el profundo, pero que, claro, jamás puede consumarse, ¿por qué? no era el momento. Sin embargo, su amor trasciende, incluso hasta el siguiente film del director. Creo que pocas veces me he estremecido tanto en el cine como ante la sorpresa de estar viendo 2046 y escuchar al protagonista (el mismo Sr. Chow, años después de su amor frustrado por la Sra. Chan) decir: "una vez tuve la oportunidad de tener un final feliz y lo dejé escapar" y ver en la pantalla una escena de la película anterior, en la que dormita sobre el hombro de la mujer que ama. A Wong Kar-wai no le bastó con separarlos, tuvo la cruel idea de meterlos en otra película para recordarle al espectador el dolor de la no-coincidencia temporal de dos seres de ficción que estaban destinados a enamorarse. Bueno. Ellos no se encontraron. Eso pasa en la vida real. Felizmente, no siempre.

Tras releer brevemente el pasado, es inevitable el carrusel del "si hubiera" - porque el tiempo, a pesar de la voluntad y del amor, no retrocede-, es decir, ¿si lo hubiera conocido antes?, el consiguiente, ¿y si no lo hubiese conocido nunca?, y al entrar en materia más personal ¿qué hubiera pasado si esa noche en que te encontré en aquél pub no me hubiera acercado?

Ése era el momento de conocernos y nos pasó de largo, para siempre; bueno, tampoco hubiese conocido a la decepción y a la infidelidad en persona, y no hubiera tenido que quererte por dos años y pasar dos más, olvidándote.

Para mí, los encuentros precisos y los desencuentros absurdos solo comprueban que el amor, en términos de longitud cronológica, no existe. Hay novios que tristemente y tras unos años, pasan a ser nada. Yo tengo dos de esos en mi haber.

Sin embargo, hay personas que pasaron por mi vida un instante, tres meses, unas cuantas noches, catorce horas, y me dejaron mucho más. Lo fugaz no tiene que ver con lo eterno. La trascendencia se encuentra en lo que se entrega y, a la vez, se recibe. Creo que de esta manera sí se puede medir la temporalidad del amor.

Puedo decir, entonces, que he estado enamorada más de la única vez que cuanto con la razón.

Hay un lazo rojo que me une a personas que me entregaron justamente tiempo, además de sabiduría, risas, placer, lágrimas, palabras, secretos, caricias, sorpresas, lugares, momentos y recuerdos. De estos regalos tengo muchos, y los agradezco.

Así, me es imposible definir al amor en la figura de una persona. Es un recorrido que uno transita de vez en cuando y, con un poco de suerte, al lado de una persona que comparte las mismas ganas de echarse a caminar contigo. El tiempo no importa, el amor lo vuelve todo presente.

Si en realidad es así, quiero enamorarme de un modo irracional, inocente, atrevido, infantil, consciente, profundo, honesto, alegre y sano, de una buena vez. Para eso, solo necesito una persona que quiera enamorarse de mí de una forma irracional, inocente, atrevida, infantil, consciente, profunda, honesta, alegre, sana y también, de una buena vez.

El lazo rojo nos está esperando, a los dos.